Semana de mayo de 1810
Parte 2: del 23 al 25 de mayo (...)
Autor: Felipe Pigna
Fuente: https://www.elhistoriador.com.ar/la-semana-de-mayo-de-1810/
Miércoles 23
Por la mañana se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos el
día anterior y elaboró un documento: “hecha la regulación con el más
prolijo examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en
el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo (…) hasta la
erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la
manera que estime conveniente”.
Jueves 24
Se confirmaron las versiones: el Cabildo designó efectivamente una
junta de gobierno presidida por el virrey e integrada por cuatro
vocales: los españoles Juan Nepomuceno Solá y José de los Santos
Inchaurregui y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra,
burlando absolutamente la voluntad popular. Esto provocó la reacción de
las milicias y el pueblo. Castelli y Saavedra renunciaron a integrar
esta junta Muchos como el coronel Manuel Belgrano fueron perdiendo la
paciencia. Cuenta Tomás Guido en sus memorias “En estas
circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de
Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala
contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias
observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a
paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa
entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una
mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su
espada dijo: “Juro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de
la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de
caballero, yo le derribaré con mis armas.”
Por la noche una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se
presentó en la casa de Cisneros con cara de pocos amigos y logró su
renuncia. La Junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo
para la mañana siguiente.
Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:
“En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta
del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte
del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las
armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el
peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban
descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban
pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase
como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio
de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo
las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había
confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes
de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales
en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno.”
El 25 de mayo de 1810
Todo parece indicar que el 25 de mayo de 1810 amaneció lluvioso y
frío. Pero la “sensación térmica” de la gente era otra . Grupos de
vecinos y milicianos encabezados por Domingo French y Antonio Beruti se
fueron juntando frente al cabildo a la espera de definiciones. Algunos
llevaban en sus pechos cintitas azules y blancas, que eran los colores
que los patricios habían usado durante las invasiones inglesas.
Pasaban las horas, hacía frío, llovía y continuaban las discusiones.
El cabildo había convocado a los jefes militares y estos le hicieron
saber al cuerpo a través de Saavedra que no podían mantener en el poder a
la Junta del 24 porque corrían riesgos personales porque sus tropas no
les responderían. La mayoría de la gente se fue yendo a sus casas y el
síndico del Cabildo salió al balcón y preguntó “¿Dónde está el pueblo?”.
En esos momentos Antonio Luis Beruti irrumpió en la sala capitular
seguido de algunos infernales y dijo “Señores del Cabildo: esto ya pasa
de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de
nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha
sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo
nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del
vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren
ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros
tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia
echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque
no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con
las armas en la mano, no responderemos de nada.” Poco después se anunció
finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El
presidente era Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan
José Paso, eran sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel
Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el
sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo
Matheu. Comenzaba una nueva etapa de nuestra historia.
La Junta declaró que gobernaba en nombre de Fernando VII. Así lo
recuerda Saavedra en sus memorias “Con las más repetidas instancias,
solicité al tiempo del recibimiento se me excuse de aquel nuevo empleo,
no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino
también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución
de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en
adquirir empleos y honores por aquel medio. Por política fue preciso
cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se
estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos.”
Para algunos era sólo una estrategia a la que llamaron la “máscara de
Fernando”, es decir, decían que gobernaban en nombre de Fernando pero
en realidad querían declarar la independencia. Pensaban que todavía no
había llegado el momento y no se sentían con la fuerza suficiente para
dar ese paso tan importante. La máscara de Fernando se mantendrá hasta
el 9 de julio de 1816.
Pero los españoles no se creyeron lo de la máscara o el manto de Fernando y se resistieron a aceptar la nueva situación.
En Buenos Aires, el ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia
trataron de huir a Montevideo y unirse a Elío (que no acataba la
autoridad de Buenos Aires y logrará ser nombrado virrey), pero fueron
arrestados y enviados a España en un buque inglés.
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